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´Arquitectura turística´ del mazarronero Miguel Rubio

Gran artículo de Miguel Rubio donde recoge los edificios más singulares de la costa murciana que proliferaron a mediados del siglo XX para acoger a clientes atraídos por el 'sol y playa'

Fuente: Miguel Rubio                                          Foto: Paula Rubio

Los apartamentos Florida, uno de los primeros alojamientos turísticos levantados en Mazarrón, ya forman parte del pasado y de los recuerdos de muchos de sus huéspedes. El bloque de doce viviendas con piscina, en primera línea de la playa de El Mojón, ha dejado paso a un mirador con zonas ajardinadas, aprovechando un pequeño palmeral que crece en la zona. Desde luego, no era una construcción singular; su mayor encanto radicaba en su emplazamiento, en un tramo de costa virgen y bello. Pero el edificio, promovido por un empresario belga en 1965, era, eso sí, todo un ejemplo de esa arquitectura turística que empezó a proliferar en Mazarrón a mediados del siglo XX para acoger a clientes nacionales y extranjeros que llegaban atraídos por el ‘sol y playa’. Algunos de estos proyectos se han hecho un hueco dentro del patrimonio moderno. Por ejemplo, el hotel Dos Playas (1965-1969), de Juan Guardiola Gaya, el arquitecto que renovó toda la fachada marítima de la alicantina playa de San Juan. O la casa de veraneo (1964-1968) que Miguel Fisac colgó en un acantilado de Isla Plana, hoy, por desgracia, totalmente desfigurada.

Otros conjuntos han pasado a la historia reciente con más pena que gloria, aunque no dejan de ser interesantes para comprender el despegue que experimentó el municipio de la mano del desarrollismo del segundo franquismo. Ahí están la torre de apartamentos Paula (1967) y el hotel La Cumbre (1968), ambos de un ‘desconocido’ Manuel Blanc Díaz. O las moles de viviendas (1974-1977) con nombres de mujeres famosas del paseo del Rihuete, del arquitecto Demetrio Ortuño Yáñez, el mismo autor del cine Playasol (1973), un equipamiento de líneas vanguardias.

La lista de edificios del ‘boom’ turístico murciano se extiende a lo largo y ancho de la línea costera de la Región. A Fernando Garrido (Premio Nacional de Arquitectura, 1968) le debemos el club náutico de Santiago de la Ribera (San Javier) y el chalé del ministro Cotorruelo, en La Manga del Mar Menor, por citar un par de ejemplos. Y a Antonio Bonet Castellana, el conjunto Hexagonal y el club náutico Dos Mares, ambos en La Manga. Pero hay más arquitectura relacionada con esos ‘años dorados’. Quizás algún día todas esas construcciones formen parte de una guía. Estaremos atentos.


´Arquitectura turística´ del mazarronero Miguel Rubio
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