Fuente: Diego Jiménez
A partir del minuto uno, el espectador recibe una avalancha de franqueza que en ningún instante deja escapar la atención. La puesta en escena, aparentemente sencilla, está premeditada para que la carga simbólica de cada elemento sea eficaz. Formada por elementos pertenecientes al imaginario colectivo de toda una generación. Es de destacar el diseño de la iluminación escénica que se convierte en protagonista potenciando y enfatizando cada estadio del guion.
Diego Jiménez, autor y guionista, se representa a sí mismo en una exposición terapéutica, transitando con naturalidad de la reflexión a la emoción o la carcajada. Haciendo de lo particular la generalidad y consiguiendo que el espectador se vea reflejado y se plantee un análisis en las relaciones paterno filiales en ambas direcciones.
No es una conferencia motivacional más, se representa, pero no es una obra de teatro, sólo hay un protagonista, pero no es un monólogo de adoctrinamiento... … Es todo junto. Una experiencia difícil de explicar y fácil de vivir por los que no teman dejarse llevar por las emociones.